Translate

24/7/12

Cita a ciegas

           Era una señora asustadiza que decía no haber conocido varón cuando se decidió un día, a sus cincuenta y cinco años a recurrir a una agencia matrimonial para encontrar su media naranja. Atraída por las cartas románticas y llenas de cumplidos de uno de los clientes de la agencia, con quien le habían puesto en contacto, la mujer se propuso conocerle. Le pareció todo un caballero, un poco fanfarrón pero muy divertido a sus sesenta y cinco años. En su segunda cita, invitó a su pretendiente a subir a su casa donde vivía sola desde el fallecimiento de su anciana madre y allí le preparó un café que no se llegó a tomar...
La intervención de la policía le liberó de una noche de calvario que le había conducido hasta esta sala del palacio de justicia. Callada y avergonzada, sin atreverse a mirar a su agresor, permanecía escuchando como la fiscal describía lo que había ocurrido esa noche.
El hombre, forcejeando con ella, le había conducido hasta el dormitorio donde le maniató a la cama. Según el relato, llegó a abusar de ella en cinco ocasiones a lo largo de toda la noche. Con parsimonia, entre acto y acto, el granuja iba vaciando el frigorífico, entreteniéndose haciendo zapping con el mando del televisor y exclamando antes de cada asalto: “Y uno... y dos... y cinco”. El abogado defensor, sin cuestionar la violación, decidió  basar su defensa  en minimizar la gravedad de los hechos, alegando que la declaración de la víctima era poco creíble teniendo en cuenta la edad avanzada del agresor. La fiscal, provocando una sonrisa en los presentes, le preguntó entonces si dicha opinión tenía una base científica o si valoraba las aptitudes de su cliente en función de su propia capacidad sexual. El abogado, visiblemente contrariado pero haciendo oídos sordos a la pregunta de la fiscalía, se propuso insistir una y otra vez en la imposibilidad del récord apuntado. Quería salvar a su cliente describiéndole como a un anciano inofensivo, achacoso y fatigado.
Su lastimera exposición  fue enérgicamente interrumpida cuando su cliente ofendido, poniéndose en pie encolerizado y alzando los brazos al cielo, gritó con vehemencia: “¡ Cállate ya, novato ! Si la señorita fiscal dice que han sido cinco, es que han sido cinco”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario