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Armada hasta los dientes

Está decidido me marcho a África para trabajar de mercenaria e intentar poder pagar la hipoteca y conseguir que mis hijos en edad de merecer puedan ir a la universidad. Me he decidido después de saber que la empresa contratante, que ha conseguido ser legal aprovechando la resurrección del oficio de pirata, ofrece dotar a los candidatos, antes de partir hacia tan indómito continente, de unas botas anti-corte, una chaleco anti-bala, una ametralladora, una pistola de 9 milímetros parabellum, dos granadas de mano y dos botes de humo. He de reconocer que lo de las granadas de mano y los botes de humo ha sido definitivo. Se garantiza además un curso intensivo de formación en el que seguramente te enseñaran las mil y una forma de matar. También ofrece un periodo de aclimatación a las altas temperaturas del país de destino y a la fauna local inmersa en el caos y sometida a la ley del más fuerte.
El contrato incluye un seguro de vida de muchos miles de euros pero que si lees la letra pequeña sólo podrá cobrar la familia si el mercenario fallece por muerte natural. Clara que habría que definir lo de natural ya que los riesgos que adelanta la empresa son de morir por disparos de francotiradores o por la colocación de artefactos en vehículos y viviendas y también por asalto y secuestro con asesinato.
En cuanto al trabajo a desempeñar, con jornadas de doce horas, seis días a la semana, requiere llevar a cabo tareas de escolta de personalidades, que están en el punto de mira de los que quieren hacerse con el poder, de establecimiento de controles nocturnos a vehículos y personas, de registro de viviendas y locales, de vigilancias de fronteras y costas y de liberación de rehenes siempre y cuando uno no sea el secuestrado.
Para que el contratado se vaya tranquilo la empresa, en caso de resultar herido, garantiza la asistencia médica en el país de destino que, siempre que sea posible, se llevará a cabo en la capital del mismo.
En caso de que uno mate a alguien, el sicario será respaldado por la empresa salvo que se considere que dicha muerta no esta justificada. En todo caso el homicida tendrá que vérselas con la justicia del país africano impartida en nombre del cacique por los jueces del país.
El sueldo es de 4.500 euros, una minucia para cualquier político y sus asesores, pero que puede tentar a muchos parados desesperados que se convencerán de que es una buena ocasión para vivir emociones fuertes.
Ahora que entre todos hemos legitimado la corrupción y justificado determinados asesinatos denominados sutilmente daños colaterales, estamos más cerca de aceptar estas nuevas ofertas de trabajo que pretenden encontrar candidatos parados y desesperados dispuestos a implicarse en conflictos bélicos o movimientos terroristas.

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